He visto a Pedro Reyes comprando birras en el chino de mi barrio

Pedro Reyes

No espero que nadie me crea, pero lo que voy a contar es completamente cierto: anoche vi a Pedro Reyes comprando birras en el chino de mi barrio. Y es que en el chino de mi barrio se confunden el tiempo y el espacio. Es el agujero negro de Interstellar y tú, Matthew McConaughey, comprando Risketos. Es cuestión de atreverse y cruzar el horizonte de sucesos. La revelación está asegurada.

Llegué al fondo del pasillo buscando las latas frías. Un tipo se estaba llevando el último pack de 12. Se dio la vuelta y se me quedó mirando.

¿Las quieres? – me preguntó.

Sin cerrar la boca, saqué el móvil y le hice una foto. No podía creerlo, pero estaba delante de Pedro Reyes.

– ¿Quieres compartirlas? – respondí sorprendido.
Si las pagas tú, te dejo que te lleves la mitad. Por cierto, los muertos no salimos en las fotos.
¿Estás muerto?
Sí, me dio un infarto. Puto tabaco.
Entonces, ¿yo también estoy muerto?
No, tú estás vivo. Y vas a pagar esas cervezas.
¿Pero, qué haces aquí?
Pues comprar unas birras. Es lunes y están todos los bares cerrados.

Está claro que esto es una experiencia mística. Tiro de mis 10 años de colegio de curas, pero no encuentro ninguna lección al respecto. Solo encuentro recuerdos de mí mismo gritando “porque tú has sido el fracaso de mi matrimonio” en el recreo. Decido entrevistarle.

¿Es cierto que eres africano?
Sí, nací en Tanger en 1966. Mis padres pensaron que era buena idea irse a Marruecos a criar cerdos. Por supuesto Alá les castigó y mató a la piara enviando una plaga de peste porcina. Después de eso nos fuimos a Huelva, mi madre es de allí. Me costó un poco adaptarme y comprender que era español, yo pensaba que era francés.

¿Tus inicios fueron con Pablo Carbonell, no?
Sí, con 16 años creé un grupo de teatro junto a un grupo de amigos entre los que estaba Pablo. Realmente con quien lo monté fue con su hermano, que era medio falangista. Él propuso el nombre, Centuria. Era 1977. Éramos unos flipados y queríamos ser actores, pero lo único que hacíamos era el payaso delante de unos niños. Todo era prácticamente improvisado. Yo escribía la obra en 10 minutos. Éramos pésimos, pero a los chavales les gustaba. A veces me daba por escribir poesía. Firmaba como el Conde de Tánger. Lo que te decía, unos flipados.

¿Entonces Pablo no era de Centuria?
Pablo se unió enseguida y nos hicimos hermanos. Había visto algunos números de mimo en la televisión y se dedicó a reproducirlos en nuestro “espectáculo”. Un día robó en una cafetería un libro de Els Comediants y nos lo aprendimos de memoria. Ese libro es lo que nos convirtió en actores.

¿Ya le dabais a los porros?
Sí, todo el tiempo. A Huelva llegaba buena mierda. Cuatro años después, nos fuimos a Sevilla y nos establecimos en un local de la calle Betis como el dúo “Pedro y Pablo”. Allí conocimos a Loles León. También hacíamos teatro de calle porque pasábamos más hambre que el perro de un ciego. No parábamos de pensar cómo salir del pozo y en el 83 nos fuimos a Madrid.

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El faquir, la moviola, el extraño o el ATS. Algunos números que interpretaban en las calles de Sevilla

Madrid en plena movida, tuvo que ser interesante, ¿No?
Llegamos un domingo y enseguida supimos que estábamos dónde debíamos, pero que no teníamos ni idea de por dónde empezar. Como nos flipaba La Fura dels Baus y Els Comediants pensamos en llamarnos Oztxgulps, que es el ruido que hacía el gallo cuando se tragaba una lombriz, pero se nos olvidó enseguida, ese era el nivel. Dando vueltas como paletos llegamos al Retiro. Nos tumbamos a descansar y cuando quise darme cuenta Pablo estaba haciendo un número de mimo y pasando la gorra. Me uní a él y empezamos de nuevo a trabajar.

Vamos, que si nos es por Pablo, te vuelves…
Pablo siempre ha sido un tipo muy positivo, yo no. Yo pensaba que no íbamos a comernos un colín, pero en plena bajona siempre llegaba con alguna buena noticia. Una de ellas fue el contrato que nos hicieron en Rockola. Actuábamos todos los fines de semana durante seis meses delante de 600 personas, sin micros y a toda hostia. Los punkis se partían la caja. Allí aprendimos mucho, pero económicamente no era suficiente, así que seguimos haciendo el payaso en el Retiro. Un día pasaba por allí Rosana Torres, presentadora de un programa de TVE. Debía de venir drogada, porque se acercó a nosotros y nos propuso trabajar en televisión.

¿En La Bola de Cristal?
No, en “El carro de la farsa”, un programa de teatro para niños de “la segunda cadena”.

¿Un programa de teatro para niños?
Sí, alucina.

¿Y cómo entraste en «La Bola»?
Pues ya estaba hecho. Después de Rockola nos conoció mucha gente de la que estaba triunfando en la Movida. Un día Alaska nos vio en TVE y nos propuso participar en el programa. Al poco tiempo me dieron una sección. Pablo también trabajaba, pero en el programa rompieron el duo y empezamos a trabajar por separado. Fue todo muy natural, a mí me empezaron a ofrecer muchas cosas en TVE y Pablo había montado Los Toreros Muertos. Nadie lloró.

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En Rockola

Recuerdo un programa que se llamaba ¿Pero esto qué es? Mi padre te odiaba…
En ese programa hice cosas con las que ahora flipo, como bailar con Liza Minnelli o presentar a Paul McCartney y a Phill Collins.

¿Phill Collins? ¿Y no le diste una paliza?
Me encanta Phill Collins.

Pedro, ¿Carne o pescado?
Me gusta más la carne, pero prefiero el pescado.

En No Te Rías Que Es Peor lo petaste… ¿Hiciste mucha pasta?
Yo nunca he hecho pasta. «No te rías» me dio la fama. La gente me paraba por la calle para pedirme autógrafos. Me decían “Pofavó, pofavó” y no podía dejar de firmarles. La gente es buena, sí. Es buena, pero tiene un defecto, que es muy mala, muy mala. No se puede confiar en toda la gente… ¡No se puede confiar!

 ¿Y después has hecho algo?
Hijo de puta, no he parado de trabajar.

¡Es verdad! Hiciste del Pira en Makinavaja
Y más cosas, salía en casi todos los programas contando chistes. Antes de Makinavaja me tiré dos años en el programa de Raffaela Carrá.

Ya ves…
También he participado en 18 películas, entre ellas Ja, me maten y Campamento Flypi.

¡Joder! Campamento Flypi, ¿En serio?
¿Algún problema?

Lo siento, tío. Es que para mí perdiste el interés después de Makinavaja. Reconozco que me he partido el culo viéndote durante mucho tiempo, pero participar en Campamento Flypi es cargarte tu carrera…
He hecho cosas peores, como trabajar con Josema Yuste y Felisuko o ir a “Mira Quién baila”.

Bueno Pedro, me voy a tener que ir porque se me hace tarde…
Pues te dejas lo mejor. No te he contado nada de mi corto “El Niño Pollo”, la historia de un muchachito triste. Su padre es un hombre malo y su madre, un personaje neorrealista. El Niño Pollo se inventa una vida buscando la libertad.

Es que me la suda
Tampoco te he contado nada de mi disco “Pelillos de Foca”, ni de mi juego de mesa, “Parné”.

Es que me tengo que ir, Pedro.

Decido irme antes de que se me joda la revelación. Me deslizo por el pasillo sin dejar de miar a Pedro, que mueve la mano como un borbón saludando al pueblo. Llego a la caja. La señora tendera está viendo la gala «Qué bonito es Beijing» en su tablet. Pago las cervezas y dejo 6 en el mostrador.

– Estas son para el señor del fondo del pasillo
– ¿Qué señol? solo tú aquí. 6 euros