No eres tú, son tus gustos

No eres tú

Tus gustos musicales cambian. Algunos se quedan atrás en el tiempo y ya casi ni los reconoces. Pero no te empeñes en negar que fueron otros. Es algo así como convencerte de que era la misma cuando cambiaron a la actriz que interpretaba a la tía Vivian en “El Príncipe de Bel Air”. ¿Recuerdas lo que hicimos todos? ¿Recuerdas que no pasó nada? ¿Cómo fingimos no darnos cuenta? ¿Cómo siguió todo como si nada hubiera cambiado? Pues es lo mismo que hace la gente que te rodea cuando te empeñas en que no te gustaba Mecano, en que no fuiste nunca a un concierto de Amistades Peligrosas o Modestia Aparte por interés propio o que en tu casa nunca hubo una cinta de los Hombres G.

Todos tenemos un espectacular cambio escondido del que nadie dice nada y que nosotros hacemos como si no se hubiera producido. ¿Recordáis cuando cualquier vídeo o presentación PowerPoint sólo podía llevar música de Enya de fondo? Sería alguna ley no escrita que nadie acaba de comprender a día de hoy.

También podríamos rizar el rizo y, tras ignorar el cambio, volver a reponerlo. Pero eso ya es de profesionales del embuste y de los pocos principios. Para que lo entiendas, vendría a ser el cambio a lo Inés Alcántara en “Cuéntame”. Cambio a Irene Visedo por Pilar Punzano y, pasado el tiempo, vuelvo a la Visedo. Como si aquí no hubiera pasado nada. Si nadie lo comenta, lo mismo es que no ha pasado. Y seguimos para adelante.

Si analizamos bien el efecto Extremoduro y su gira de despedida, pareciera que todo el mundo es, a día de hoy, fan de Robe y compañía de toda la vida. Si destináramos estadios de fútbol para los conciertos de Extremoduro a los que sólo pudieran asistir gente que los consideraba unos macarras y que no entraban en los bares donde sonaban en la etapa pre Agila, posiblemente conseguiríamos unos conciertos muchísimo más multitudinarios de los que se celebrarían con los fans reales de toda la vida. Fans que, por otra parte, soportaron el paso al mainstream, y no pudieron explicar cómo aquel “corazón mitad de coca y de caballo” acababa convirtiéndose en el “So payaso” de un infame videoclip en los 40 Principales.

Pero no decimos nada. Hoy se han agotado las entradas, y se agotarían cuatro veces más si hubieran, porque confluyen en su despedida gente que los tuvo como primer grupo de cabecera y los abandonó, gente que los asumió cuando empezaron a ser masivos y, gente que estuvo, se fue y ha vuelto.

No eres tú 1

Quizás tu primer concierto fue cuando te llevaron tus padres a ver a Enrique y Ana. O a Parchís. O eres más joven y te llevaron a ver a Santa Justa Klan. Objetivamente todo puede empeorar si eres ya mayor y has llevado a los tuyos a ver a los Cantajuegos y te preguntas cómo te pueden cobrar tanto, para ver a unos aprovechados que utilizan las canciones que tú cantabas y bailabas en los campamentos, para embobar a tus criaturas.

Todo parece justificable. Conozco a gente que ha tenido discos de la Oreja de Van Gogh y que no lo reconocería ahora ni ante un pelotón de fusilamiento. O, peor aún, gente que sólo tuvo discos de la Oreja de Van Gogh de cuando estaba Amaya, que con el cambio de cantante ya le dejaron de gustar.

Sí, amigos, mirad a vuestro alrededor. Esa gente, con esos cambios y esas justificaciones, existe. Aunque, todos los cambios pueden ser relativos y justificables hasta cierto punto. Incluso creíbles hasta cierto nivel. Hasta el nivel Paz Padilla convertida en Miriam Díaz-Aroca en “¡Ala… Dina!”. Ese es, seguramente, el punto que nunca nadie debería poder asumir como normal.

No eres tú 2

Otro día, si les parece, hablaremos del fenómeno contrario. De esas personas que, hayan cambiado o no sus gustos, a día de hoy no reconocen nada que no sea algo que ya fue. Ese eterno “antes sí que era música”, “ya no hay nada como aquello”, “aquello sí que molaba, no como ahora que no sale nada en condiciones”. Esa superioridad moral que, seguramente, te hace perderte muchas cosas por no querer aceptar en público que tus gustos pueden cambiar, como tú mismo. Yo mismo me había dicho miles de veces que nunca más volvería a escribir en ningún sitio cultural y aquí me veo tecleando cosas sobre los vaivenes en los gustos y los cambios. A fin de cuentas, si nos ponemos puristas, todo esto tiene poco sentido porque, como decía Homer Simpson, «Todos saben que el Rock alcanzó la perfección en 1974, es un hecho científico”. Y si ponemos la ciencia de por medio, la subjetividad no vale nada.

Pero esa ya, amiguitos y amiguitas, es otra historia…