Kalakuta Republic, Fela Kuti contra el régimen militar

Fela Kalakuta

En el año 1974 Fela Kuti instaura Kalakuta Republic, un territorio libre y autónomo de las leyes nigerianas dentro de la capital del país, Lagos. Para ello levanta una alambrada de cuatro metros alrededor de su casa y de la comuna del Afrika Shrine. Las reglas y normas marcadas allí dentro pronto se extienden a los alrededores y todo un barrio de Lagos (el área de Moshalashi) acaba convirtiéndose también en Kalakuta, un verdadero “Estado dentro del estado” que forzosamente molestaba a los regímenes militares que gobernaban Nigeria en aquellos años. Un espacio de solidaridad y asistencia mutua que, además de ser uno de los principales focos de crítica contra los gobiernos nigerianos y africanos, era autosuficiente, cosa que molestaba aún más a la clase dirigente. Era un pequeño país, el país de Fela. Algo así como si alguna estrella musical española durante el franquismo hubiese montado una alambrada alrededor de Lavapiés y lo hubiese declarado territorio independiente, funcionando con sus propias reglas y leyes.

Lo que sucedió hasta llegar a esa situación y cómo acabó todo aquello es una de las historias más extraordinarias que un servidor haya conocido en la biografía de cualquier músico y es lo que me dispongo a contar a continuación. Al que quiera una cronología detallada y exhaustiva  de todo lo ocurrido aquellos 3 años (1974 a 1977) le recomiendo la lectura del completísimo Fela Kuti. Espíritu indómito, escrito por Sagrario Luna para la editorial Milenio.

Antes de empezar quizá sea recomendable dar algunos datos para entender la figura de Fela Kuti, para muchos es el músico africano más importante del siglo XX, no solo por su faceta musical, sino por su trascendencia social y política. Fue el creador del afrobeat, una intensa mezcla de jazz, funk y ritmos africanos que hoy en día practican bandas de todo el mundo y que aunque no es un género mayoritario, tiene acérrimos seguidores. A partir de su música Fela Kuti se convirtió en una de las figuras de mayor trascendencia social de Nigeria y de todo el continente. Azote permanente de las corrupciones de los gobiernos de su país y del resto de África, crítico contra el colonialismo físico y mental y defensor y difusor de la idea del pan-africanismo como vía para la el desarrollo del continente y la mejora de las condiciones de vida de sus habitantes. Para tener una idea de la dimensión de su figura quizá sirva el dato de que a su entierro acudieron un millón de nigerianos. Solo de esta manera se entiende que durante muchos años un músico pudiese mantener un enfrentamiento de tú a tú al mismo nivel con varios dictadores militares en su país. Por otro lado es verdad que hay una cierta mitificación de la figura de Fela a nivel internacional por su trascendencia musical, social y política que probablemente esconde algunas facetas más oscuras de su personalidad y de su relación con los demás. Pero eso lo dejamos para otro momento.

Fela Kalakuta
Fela y la multitud con el puño arriba al modo del Black Power

Volvamos a lo que nos trae hoy aquí. Kalakuta no surge de la nada en el año 1974, ahí toma nombre, forma y entidad, pero de facto ya existía en los años previos. Alrededor de Fela y su banda había una verdadera comuna (o cooperativa) que se vertebraba en torno a su casa y al Afrika Shrine, su club, donde tocaba todas las noches. Muchas personas vivían de la actividad musical y social de Fela, era una comunidad mezcla de una PYME, una ONG y un partido político. Fela, ya a principios de los 70 era un figura imprescindible para los africanos y la sociedad nigeriana lo seguía como al flautista de Hamelin. La gente lo detenía en cualquier sitio que iba y lo saludaba a la manera del Black Power. Daba igual donde se encontrase y quien estuviese allí, Fela siempre acaparaba todo la atención y adulación por parte de los presentes. Desde su columna Chief Priest Say en el “Daily Times”, embestía habitualmente contra las decisiones de los gobiernos que afectaban a su pueblo y ridiculizaba a sus dirigentes. Fela era una estrella, un líder. Eso a la vez lo protegía y lo convertía en objetivo de los gobiernos militares. Era un molestísimo grano en el culo. La clase dirigente solo tenía que encontrar como meterle en problemas y la marihuana fue la excusa perfecta.

Fela Kalakuta
Fela no solo fumaba, sino que le gustaba hacer ostentación de ello

Fela kuti, en un país en el que la posesión de un porro estaba penada con 10 años de cárcel, era un consumidor impúdico y permanente de maría y un defensor de su legalización. Si a eso le unimos su exhibida promiscuidad sexual, las clases poderosas ya tenían los ingredientes para crear una imagen de la casa y el club de Fela como un foco de drogadicción y prostitución. Además contaban con dos herramientas para utilizarlas contra él: la policía y el ejército. Así, el 30 de abril del 74, cincuenta policías armados irrumpen en casa de Fela buscando marihuana y chicas menores de edad, dando comienzo a una serie de episodios que irían in crescendo en ese enfrentamiento entre el músico y los sucesivos regímenes militares al frente del país. En esa ocasión los policías arrestaron y llevaron a prisión a varios hombres y a las mujeres las mandaron a un reformatorio. A Fela lo recluyeron en una celda llamada Kalakuta con otras 50 personas en la que las torturas y los golpes eran habituales.

Nada más volver a casa la policía volvió a aparecer para efectuar otra redada. Fela era osado, pero no tonto y había dado orden de que no encontrasen nada este vez. No hacía falta, en este caso la propia policía trajo la yerba para incriminarlo, pero cuando Fela pidió que se la mostrasen, en un movimiento rápido la cogió y se la comió ante el asombro general. Los policías se lo llevaron a la cárcel esperando que lo defecara para imputarle los cargos, pero de nuevo fue más listo que ellos. Su madre le enviaba verdura a diario para limpiar su intestino y sus compañeros de celda lo ayudaron. Así relata Fela este escatológico episodio que inspiraría uno de sus temas más famosos, Expensive Shit.

“Fela, toda la policía está dormida, por qué no vienes y cagas en este cubo que ellos no van a mirar. Al día siguiente arrojan las mierdas de los prisioneros”. Me pareció una buena idea, así que me levanté y cagué la primera noche. En aquel momento éramos ocho en la celda, cada uno tenía su lugar incluido el cubo de mierda. Al día siguiente la policía lo tiró siguiendo su rutina. Mi madre volvió a enviarme verdura y por la noche volví a repetir la operación para asegurarme que mi estómago estuviese completamente limpio. La policía volvió a arrojarla sin sospechar nada. A la mañana del tercer día grité: “¡Policía, policía!¡Quiero cagar!». Hubo una conmoción general, todos querían la mierda de Fela. Me llevaron al patio, pusieron el orinal debajo de mi culo y cagué. Cuando miré la mierda que había hecho estaba tan limpia como la de un bebé. Los hijos de puta no podían acusarme de nada porque no tenían pruebas.

Cuando volvió a la comuna, Fela la bautizó con el nombre de la celda donde había estado, Kalakuta Republic, una zona libre y autónoma de las leyes de la jurisdicción nigerianas y tomó precauciones estableciendo un perímetro con una alambrada de espinos.

Como podéis imaginar la idea encendió aún más a las autoridades y las cosas no se tranquilizaron. Los problemas con la justicia y las redadas en Kalakuta eran casi permanentes: policías y militares entraban con hachas, porras, cuchillos y gases lacrimógenos y golpeaban a quien encontraban a su paso. En una de las redadas Fela acabó 17 días en el hospital. A la salida, con el brazo en cabestrillo y diez puntos en la cabeza, 10000 personas lo llevaron en hombros a Kalakuta y dio un furibundo concierto plagado de críticas contra las autoridades. Cuanto más lo perseguían más popular se hacía Fela. Lo estaban convirtiendo en un mártir político, el “black president” como le llamaban sus seguidores. Además muchos de estos enfrentamiento acababan inspirando las canciones que se convertían en éxitos en el país y fuera de él. Una mosca cojonera para un gobierno que estaba intentando posicionarse a nivel internacional de la mano de la incipiente industria petrolífera del país.

El presidente Gowon fue depuesto por un golpe militar el 25 de julio del 75 y Mohammed Murtala asumió el poder con el compromiso de volver a un gobierno civil en unas elecciones un año después. Con Murtala y, sobre todo, con los nuevos mandos al frente de la policía y del ejército, las cosas se calmaron una temporada y Fela estuvo concentrado en la creación musical y en la publicación de varios discos seguidos, aunque sin abandonar la crítica feroz y la generación de conciencia africana entre su público, con el colonialismo en sus diferentes manifestaciones como uno de sus temas preferidos. Así que cuando Obansajo sustituyó a Murtala y viró hacia una occidentalización del país y una aproximación hacia el gobierno del nuevo presidente estadounidense Jimmy Carter, la relativa calma volvió a desaparecer. Obansajo era un déspota, ignoraba la opinión pública y soportada muy mal las críticas. Fela había electrificado la alambrada de espino, declaraba su intención de presentarse a las elecciones de 1979 y lanzó su propio periódico y altavoz, el YAP News. El combate estaba nuevamente servido.

Fela Kalakuta
Fela Kuti en lo que parece una rueda de prensa

Una de las fuentes de conflicto fue el surrealista programa gubernamental Ease The Traffic que pretendía solucionar los intensísimos problemas de tráfico de Lagos enviando a las calles a soldados con látigos para sacudir a todos los conductores que no respetasen las normas de circulación. Imaginad la escena. Fela no podía desaprovechar tal despropósito para hacer uno de sus ejercicios favoritos: ridiculizar las absurdas ideas de los gobernantes. Así que se plantó en uno de los cruces más concurridos de Lagos, arrebató los látigos a los soldados y les dio de su propia medicina. Además desde el YAP news, con su casi medio millón de ejemplares, se criticó ampliamente esta y otras medidas del régimen de Obansajo.

Fela Kalakuta
Fela y las Queens en una de sus actuaciones

En el año 1977 se celebraba en Nigeria el FESTAC (Second World Black and African Festival of Arts and Culture), un evento que el país llevaba preparando con mimo durante varios años porque veían en él un producto para vender la imagen de un país moderno y de vocación internacional. Conciertos, danzas, lecturas, conferencias, etc. con delegaciones de más de 50 países y una representación amplia de los movimientos de liberación africanos y afroamericanos. Incluso se construyó un lujoso teatro específicamente para el evento. Hubo algunos intentos para que Fela participara, pero las exigencias de éste a los dirigentes eran evidentemente inasumibles por los mismos. Aunque ese no fue el problema. Los músicos norteamericanos invitados querían ir (y fueron) a tocar al club de Fela. Stevie Wonder, miembros de la Sun Ra Arkestra o del Arte Ensemble of Chicago se unían a la banda de Fela en su club, el Afrika Shrine. Un corresponsal norteamericano de la época lo relataba así:

El Shrine se convirtió en una alternativa al FESTAC, con Fela predicando contra la corrupción, fumando abiertamente marihuana en el escenario, con sus go-gos contorsionándose en sus jaulas de madera, el local completamente lleno con la crema de la juventud de Lagos, con prostitutas de alto nivel, la respetable familia de Fela y, sobre todo, con cientos de visitantes al FESTAC impacientes por ver dónde estaba realmente la música de Nigeria.

Es decir, que la principal herramienta de propaganda del régimen nigeriano se acabó convirtiendo en un extraordinario altavoz para uno de sus principales azotes, Fela Kuti. La tensión subía y una canción, la más famosa del afrobeat y la más vendida de la época, “Zombie”, acabó metiendo definitivamente el dedo en la llaga y colmando la paciencia de los militares, a los que precisamente Fela ridiculizaba en la canción. Los jóvenes la cantaban por las calles mofándose de los soldados, marchando de forma autómata como ellos.

Algunos altercados con agresiones entre soldados y simpatizantes de Fela en los alrededores de Kalakuta acabaron de prender la mecha y el 18 de febrero de 1977, a seis días de la clausura de la FESTAC, un ejército de mil soldados al mando del general Danjuma sitiaron Kalakuta durante horas con un objetivo claro, apresar a Fela Kuti vivo o muerto. Cuando consiguieron entrar, atropellaron, torturaron, violaron a las mujeres con botellas, palos de madera o barras de metal y vejaron a los hombres arrastrándolos por los testículos. La clínica que daba servicio gratuito a los desfavorecidos en Kalakuta fue destruida, un hermano de Fela estuvo dos meses en silla de rueda por las palizas que le propiciaron y a su madre, de 78 años la lanzaron al vacío por una ventana del primer piso. Los periodistas que cubrían la noticia también fueron agredidos y a los bomberos se le impidió intervenir. Todo lo que había en Kalakuta fue reducido a cenizas, incluidos algunos masters, los instrumentos de la banda, multitud de fotografías y horas de grabación del documental autobiográfico Black President que Fela llevaba algún tiempo preparando. 70 personas ingresaron en la cárcel o en el hospital, incluido Fela y los destrozos y agresiones también afectaron a los vecinos de la zona.

Fela Kalakuta
Imagen del asalto a Kalakuta

De la posterior investigación y juicio, ninguna sorpresa: decepcionante, manipulado y dirigido desde la dictadura militar. No iban a permitir que se les escapase por la vía judicial, como había pasado años antes con el asunto de la marihuana. Durante meses no solo lo castigaron sino que intentaron asfixiarlo económicamente y silenciarlo. Pero es cierto que a pesar de la etapa de terror que esto suponía para su entorno, Fela no dejó de publicar discos críticos e incendiarios y seguía manteniendo todo su poder de influencia.

El asalto a Kalakuta tuvo consecuencias a medio y largo plazo en la vida y la obra de Fela. Aunque no fue su último enfrentamiento contra los gobiernos de su país, ni su última estancia en la cárcel, sí fue un punto de inflexión, sobre todo en lo personal. Su madre, pilar fundamental en su vida, falleció un año después sin recuperarse de los daños físicos del asalto a la Kalakuta. La comuna y sus relaciones se enturbiaron y empezaron a deteriorarse. El propio Fela en los años siguientes intensificó algunas de sus conductas más sombrías, se volvió más radical e intolerante y comenzó a entrar en una fase de misticismo, espiritualidad y aproximación a los rituales más esotéricos y ancestrales de África. Estuvo muy influido por médiums, hechiceros y brujos tradicionales y generó una manía persecutoria enfermiza. Según algunos de sus amigos, empezó a rodearse de gente maligna. Pero es cierto que Fela nunca se calló, nunca dejó de ser azote de los poderosos tuviese las repercusiones que tuviese y la historia así se lo ha reconocido.