Calvin y Hobbes y Watterson

Calvin y Hobbes

Envidio a los que no habéis leído aún Calvin y Hobbes, pero vais a hacerlo en algún momento. Os envidio porque aún os queda la risa, la sorpresa y el impacto que produce la primera lectura del cómic de Bill Watterson. Os queda la primera relación que se establece con esos personajes fruto de un cierto enamoramiento por el descubrimiento de lo inesperado. Hay algo en esa primera vez que es único y que provoca un chispa que luego desaparece. Lo que sucede después, una vez perdida la sorpresa, es que empiezas a tener una relación diferente con el cómic, sus historias y sus personajes. Calvin, Hobbes y los pocos personajes que los acompañan, pasan a formar parte de tus referentes, como lo puede ser un músico, un disco, un libro o un película: ya sabes de qué van, sabes que no te van a sorprender, pero están ahí, sabes que puedes recurrir a ellos y que de alguna manera pasan a formar parte de lo que eres o de cómo piensas.

Calvin y Hobbes
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Calvin y Hobbes es una tira cómica que se publicó en multitud de diarios y semanales de prensa estadounidense y de todo el mundo entre los años 85 y 95. Esas tiras se recopilaron en España en ocho volúmenes por Bruguera, y acaban de ser reeditados por Ediciones B. Los protagonistas del cómic son los dos personajes que le dan título a la tira. Calvin (nombre procedente de la figura histórica de Juan Calvino) es un niño pequeño histriónico, impulsivo, egoísta, egocéntrico (mesiánico en ocasiones), travieso e imaginativo. Sus padres lo sufren en muchas ocasiones y en otras adoptan una postura irónica y sarcástica frente a sus ocurrencias. Es cierto que no es un personaje unívoco y que en ocasiones acaba resultando tierno, cariñoso y comprensivo (en pocas ocasiones, eso sí).

Calvin y Hobbes
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Hobbes es su tigre de peluche, su mejor amigo y en algunos casos su antagonista en cuanto a postura vital y pensamiento. La descripción más extendida del personaje es la que dice que se trata de un tigre de peluche, al que Calvin cree real. Siempre pensé que se trata de una lectura completamente equivocada: Hobbes es real, tan real como el resto de personajes del cómic, lo que ocurre es que el único capaz de darse cuenta de ello es Calvin. Hobbes pone la sensatez, el sentido común y la perspectiva de los sentidos y de la realidad física sobre todo lo demás, eso es lo que le vincula al filósofo inglés del mismo nombre. El sarcasmo y la ironía aplicada por Hobbes a las acciones y pensamientos de Calvin, es una de las fuentes cómicas más importantes de la tira.

Calvin y Hobbes
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Recuerdo perfectamente la primer vez que lo leí, probablemente por la misma razón que recuerdo a la primera persona que me paso un disco de Tom Waits o la primera vez que vi la escena del camarote de los Hermanos Marx. Solíamos quedar algunos fines de semana en casa de unas amigas para cenar y tomar algo. Uno de esos días, de la estantería del hermano mayor de mis amigas, alguien cogió un libro de Calvin y fue circulando entre las manos de los allí presentes. El enganche por la vía del sentido del humor fue inmediato. Mafalda fue lo primero que me vino a la cabeza por eso de los pensamientos adultos y la crítica social en boca de un niño. Igual que en el cómic de Quino, la risa y la carcajada van de la mano de la reflexión, el pensamiento y la crítica. Se invocan y se provocan mutuamente. Yo había leído y releído Mafalda, junto con algunos Super Humor (era lo que tenía en casa) y es cierto que aunque hay algunos paralelismos, en el comic de Watterson vi cosas diferentes.

Calvin y Hobbes
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En alguna ocasión en la que he tenido que contarle a alguien por qué considero los cómics de “Calvin y Hobbes” como una especie de tesoro personal, he acabado diciéndoles que para mi la obra de Watterson funciona como una especie de manual o una guía de pensamiento y postura vital. Mientras unos recurren los libros de autoayuda, a los de Paulo Coelho o a los mensajes tazas de Mr. Wonderful otros leemos a  Calvin. No es que Watterson pretende dar lecciones vitales a nadie sino que como cualquier otro autor, refleja de manera natural en su obra su manera de pensar pensar y de entender la vida, con mucho sentido del humor y alejado de toda pretenciosidad.

Calvin y Hobbes
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Una de las temáticas favoritas de las tiras de Watterson es la de la crítica social. La sociedad de consumo con sus excesos y el “american way of life”, encarnados en muchos casos en la figura de Calvin, son dos de los principales objetivos de la mirada de Watterson. Pero también la televisión, el arte elitista y el comercial, los políticos, la educación, las expectativas sociales y familiares que se vuelcan en nosotros o la propia naturaleza humana.

Calvin y Hobbes
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Watterson predicó con el ejemplo. El éxito de sus personajes le podría haber llevado a amasar una fortuna a costa de comercializar con ellos más allá de las propias tiras. Pero claro, de alguna manera eso hubiese puesto una cierta contradicción: criticar aquello que tú mismo estás haciendo. Así que Watterson se negó de forma activa y a pesar de las fuertes presiones a la comercialización de merchandising de su obra. Lo poco que se encuentra es ilegal y no supone ningún rendimiento económico para el autor. Basta comparar en este asunto con otra tira cómica, referente para Watterson, que es Peanuts (o Snoopy, como lo conocemos aquí). «Los artistas que quieren ser tomados en serio como artistas mientras utilizan a los protagonistas de sus tiras para vender calzoncillos se están engañando a sí mismos», decía Watterson.

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Watterson también podría haber alargado las tiras de Calvin unos cuantos años más. Pero de nuevo predicó con el ejemplo: a los 38 años cerró el chiringuito. Se retiró. Desapareció con un escueto comunicado. Probablemente tuvieron algo que ver las duras peleas con editoriales y diarios por conservar y defender la integridad artística de la tira y las presiones para “intensificar la comercialización” del producto. Seguramente también pensaba que había dicho todo lo que tenía que decir y que lo mejor era no empezar a estirar el chicle de forma que Calvin y Hobbes se fuese devaluando.

Calvin y Hobbes
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No se sabe muy bien dónde vive Watterson, no tiene una actividad pública conocida y desde el fin de la tira, en 1995, sus apariciones relacionadas con Calvin y Hobbes se reducen a algún encuentro o charla muy esporádica. Sirve para hacerse una idea sobre su manera de ver las cosas el título de uno de sus discursos: “Pensamientos sobre el mundo real por uno que lo observó y huyó”.

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Del dibujo y del estilo narrativo del autor siempre me fascinaron tres cosas. La primera es la extraordinaria expresividad de sus dibujos a pesar de la sencillez de sus trazos (o aparente sencillez habría que decir). Lo máximo con lo mínimo. La segunda es el manejo del formato de la viñeta en función de lo que requiera la historia o el “chiste” en cada momento. Es fantástico cómo maneja el salto de viñetas más panorámicas y horizontales a otras más estrechas y alargadas, viñetas muy muy pequeñas y otras que ocupan casi todo el espacio, cambios de formato a lo largo de la propia tira, viñetas circulares, sin marco, etc. De alguna forma con ello controla el ritmo de nuestra lectura y potencia aquello que nos quiere decir.

Calvin y Hobbes
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El tercer elemento es su manejo de las elipsis. La clave de las microhistorias de Watterson en muchas ocasiones no es lo que muestra en la tira, sino de lo que decide prescindir. El momento que nos oculta y que nos obliga a reconstruir con nuestra imaginación. Es en esa reconstrucción que de manera inconsciente hacemos de lo haya sucedido antes o después de lo que vemos en la que reside en muchas ocasiones gran parte de la comicidad de las tiras.

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He dejado para el final el que es probablemente el elemento protagonista en las tiras de Calvin: la imaginación. No estoy hablando de la evidente imaginación del autor reflejada en sus dibujos y sus historias sino de que la defensa de la imaginación, la fantasía y la creatividad es seguramente el tema más repetido en las tiras: los fabulosos muñecos de nieve de Calvin, las transformaciones del nuestro protagonista en todo tipo de criaturas y personajes de mundos de fantasía, sus estrafalarios juegos e invenciones, los viajes en el tiempo, los monstruos de debajo de la cama, las visitas de los marcianos, el duplicador, las reflexiones sobre el arte y la creación, o la existencia del propio Hobbes más allá de su ser de peluche. Y además todo ello acompañado de una defensa de la mirada infantil sobre la realidad y una crítica de la pérdida de la misma en los adultos.

Calvin y Hobbes
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Con los años y las sucesivas lectura, de alguna manera acabé pensando que lo que en realidad pretendían Calvin y Hobbes y Watterson era invitarnos a no abandonar el espíritu de diversión y de disfrute de los niños para pasar a una especie de “madurez” mal entendida, tanto de pensamiento como de acción, en la que muchos se van metiendo a medida que van cumpliendo años. Decía Calvin a Hobbes en la viñeta final de una de sus tiras en la que le vemos disfrutar intensamente a lo largo del día del juego, las travesuras y la naturaleza con su amigo: “Creo que si tus rodillas no están verdes por la noche, deberías replantearte seriamente la vida”.

Calvin y Hobbes
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